lunes, 31 de agosto de 2009

Su mejor amiga


Comptartir casa con otros universitarios es de lo más divertido, especialmente cuando hay fiesta ajena, (= mujeres desconocidas y alcoholizadas a pocos metros de mi habitación).

Esa noche de líbido escaso me encontraba sólo en mi cuarto, planeando cómo perder el conocimiento en el menor tiempo posible. Súbitamente dos pares de tacones y uno de botas tocaron mi puerta (¿Servicio a domicilio?).

Al abrir me topé con tres fresitas buscando una mente sobria para manejar por alcohol (tuvieron suerte), me ofrecí sin ánimo de lucro (mentira) hasta que escuché a la joven de botas cafes y vestido floreado; comentando con otro alguien:
Entonces le dije: yo no soy ninguna zorra. Yo no, a mí los hombres así me caen mal, no los soporto.

Sonreí en un gesto de desaprobación. Sus palabras feministas estaban llenas de hipocresía. Así que, al regresar a la fiesta, tomé un vaso de whisky y a ella del brazo; los llevé escaleras arriba y los metí en mi cuarto.

Di un trago, puse mi bebida sobre el buró. Ella, solita, se puso frente a mí.
-¿Qué pasó? ¿Qué quieres?– decía valientemente. -Ni creas que…- Me acerqué en la oscuridad, coloqué una mano tras cada muslo y los jalé hacia mí para sostenerla contra la pared mientras me metía entre sus piernas.
–Esto- mordí sus labios en un beso correspondido.

-No, allá abajo está ella, y es mi amiga. – me reclamaba al tomar aire (se reclamaba).
La miré con extrañeza (¿Quién?) y me recalcó que la chica a quien había escuchado gemir mi nombre al otro lado de la pared la semana pasada era su compañera de departamento y su mejor amiga; y que en esos momentos probablemente estaba allá abajo preguntándose qué hacen este bastardo y su mejor amiga encerrados (pregunta tonta).

-Eso ni a ti te importa, mírate- Señalo el vestido callendo por sus hombros y la respiración acelerada.
-Claro que me importa, es mi amiga y…- la arrojo a la cama y me le voy encima; la sujeto de las muñecas, uso la lengua para agregarle escote a su vestuario.
-Ella…es…mi…amiga - susurra nuevamente.

Paro, me incorporo, tomo el whisky de mi buró y camino a la ventana, fingiendo mirar el cuarto menguante entre las nubes.
-Entonces vete – digo.

Me entretengo viéndola de reojo: paralizada sobre la cama, mirándome con la boca entreabierta (no entiende nada y le fascina). Se incorpora lenta y pensativa, camina hacia la puerta a mi espalda, las botas chasquean contra el suelo, el cerrojo se desliza, escucho sus pasos volver descalzos, se recuesta, me abre sus piernas y, a penas comenzando a perder el control, dice:
Ya pues, ¡ven!



martes, 25 de agosto de 2009

Ella era le era fiel

–¿Pasamos por una amiga para tu amigo? – preguntó.
Se podía decir que la chica en blusa escotada y cabello castaño largo que me sonreía desde el asiento trasero era bonita, por lo tanto había grandes posibilidades de que su mejor amiga fuera una fea insoportable. (Asi son las mujeres, puede ser para que la bonita siga siendo la mas bonita, porque la fea la necesita para conseguir hombres o por las dos razones; varía).

En seguida supuse, en base a lo anterior, que su amiga para mi amigo tenía espalda de luchador, más bellos que el hombre lobo y le vaciaría una cuba sobre la cabeza a mi buen amigo en cuanto los recuerdos de los hombres que, en vez de decirle lo horrible que es, le han dejado plantada; lo callé, porque era mi noche (siempre es mi noche).

En la cabaña, justo antes de que el alcohol comenzara a cobrar efecto en nuestras desquiciadas cabezas, lleve a mi cita a la terraza para que nuestros amigos comenzaran a discutir acerca la infidelidad de los géneros. (Tema estúpido: si los hombres somos más infieles que las mujeres, es porque lo hacemos con el mismo número de mujeres infieles o viceversa).

Recostados en el sofacama, tras haberle pedido mas saliva en su mano, ella se deslizó pantalón abajo, argumentando que su boca estaba llena de lubricante…

Después del cuarto orgasmo provocado con aquella habilidad oral me encontré deslizando su pantalón blanco.
-No- dijo sin expresión, lo subió de nuevo y volvió a asumir posición (rimé, ¡ja!). Sonrío, extrañado.
-¿Por que? – pregunto por el puro interés de saber (Las mujeres siempre responden algo hilarante a esta pregunta). El comentario, dicho con total convencimiento, me provocó la carcajada de la noche:

Es que...soy virgen y mi novio lo sabe, si lo hago se va a dar cuenta.

PD. Me han dicho que la foto de título se ve vulgar y estoy deacuerdo, ya la cambiaré

miércoles, 19 de agosto de 2009

Andaba comprando lencería

Debía reponer unas bragas que destrocé, así que me encontraba en la tienda de lencería preguntándome cómo es que no conocí ese sitio antes y por qué otros hombres no lo han descubierto, pues era el único en el lugar (o es que soy un pervertido).

Ahí estaba, rodeado de de mujeres pensando en su ropa interior, el olor a telas suaves mezclado con sus perfurmes, los colores pastel,…
Tuve que concentrarme y elegir media docena (para tener más cosas que romper).

La encargada preguntó acerca de la talla y de inmediato pensé en G (la cantidad de placer que me proveían esas caderas me hace perder la objetividad), al verme titubear, la empleada toma a la primera blanquita en botas esquimales que pasa, la pone de espalda y muestra el cabello lacio cayendo por la espalda, le ciñe la prenda sobre el entallado pantalón de mezclilla
–¿De esta talla? – pregunta. Miro despacio, respiro profundo y asiento (la talla me había dejado de importar).


En la salida, al toparme con la modelo de ropa interior por casualidad (claro), decidí probar suerte.
- Sé qué talla eres - susurro sobre su hombro descubierto. Ella sonríe en inocente, sin dejar de avanzar.

Cuando creí que conocía los diálogos más directos, llega (una vez más), una mujer y me hace reír de mi:
¿Dónde quieres que me los pruebe?

Regresa el As de los Bastardos.
Nueva imagen, misma actitud, diferentes mujeres