Metidos en
un cuarto austero: cama en el suelo, un closet vacío, una brisa ligera viniendo
desde arriba y un ventilador de cinco
brazos haciendo girar el techo.
Completamente
ciego siento su piel tibia, humedecida en sudor, el vapor envolviéndome. Pruebo
su cuello; no reconozco la sal.
El olor a seducción
desconocida, me recuerda que estoy a salvo, debo estar tranquilo, mantener mi
mano derecha en su cabello y la izquierda apresando su cintura. (Me envenena).
-Pon música
y sigue - me dice la voz extraña del cuerpo exquisitamente suave que estaba
tocando (y que tampoco reconozco)
Más veneno
Sin dejar de
sostenerla por la cintura, separé mi mano
de esos rizos esponjados y sin color . En un toque el sonido de una
pianola comenzó a pintar en la oscuridad, haciendo combinaciones con el
sintetizador y la voz de una mujer cantando; la acústica del lugar nos
amplificó el color.
Ella tomo el
suyo hizo unos movimientos en la oscuridad y dijo
-Mira- abrí
bien los ojos en espera de que me dejara ver su rostro y saber con quién estaba
(solo por curiosidad). Un estrobo de luz blanca iluminó el cuadrado en el que estábamos,
parpadeando al ritmo de los colores. Pude verla en blanco y negro; me reí por
estar maldito: ¿cómo es que no podía recordar tanta belleza ? Observé su cabello, los destellos daban todos los tonos, me impidieron
descifrar el color real.
Dejo de
luchar con la mente, (como si me importara quién es) hundo mi nariz en su
cuello en busca de más sedante, mi pelvis en sus caderas en busca de mas
olvido...