viernes, 18 de septiembre de 2009

Ella leyó mi mente


Miraba el paisaje en movimiento al otro lado de la ventana, el compañero que iba en el asiento copiloto (que ni era mi amigo) voltea hacia atrás y me dice:
Vamos a pasar por una chava con la que ando quedando, por favor…wa wa wa wa wa… traigo una botella de vino y un cobertor para llevarmela a la playa saliendo. No vayas a wa wa wa

- No te preocupues, no me la llevaré antes de entrar al antro - jugué.
- No te la puedes llevar antes de entrar al antro – se suma a la platica nuestro compañero conductor - eso no se puede - Yo no comprendía

- ¿Apuestas? – dijo el pobre copiloto.
- Si está bonita y entramos yo invito.- les aseguré.
- Y si no entran, ¿qué quieres? – pregunta mi estafado. Sonreí con obviedad
- Me llevo a la mujer, ¿qué más quiero?

Creí que todo quedaría como una plática en la que me había visto prepotente, no contaba con que la niña que me llegaba al hombro, de cabello ondulado y ojos rasgados portara un vestido rosa y blanco, corto, muy corto. (Tampoco contaba con el efectivo para pagar mi apuesta).

Mientras caminábamos a la entrada del lugar tomé las llaves de la mano del conductor, en secreto, el otro jugador se distrajo pagando las entradas (doble error). En seguida tomé la cintura de la pequeña necesitada de atención con la que a penas había cruzado miradas en los pasillos de la escuela, la acerque a mi.
- Vámonos de aquí, tú y yo – le susurro firme, como un beso tras la oreja, con todo el descaro de un bastardo que no tiene nada que perder. Le enseño discretamente la llave del auto en mi mano.
-¿A donde?- cuestiona al tiempo que se recarga contra la pared con una sonrisa y una mirada que bien podrían haber sido de escandalizada silenciosa, (yo lo traduje como un “¡convenceme!”).
-A la playa, tengo una manta en el carro y una botella de tinto…- la pausa interrogante me seguía retando - podemos pasar por… - me calla tomando mi mano para comenzar la huida.

-¿Qué más quieres? Vámonos

martes, 8 de septiembre de 2009

La prima de una amiga


-Es morena, y está bien buena – me contaba una amiga que nunca conseguí tirarme (la amistad entre hombres y mujeres sólo puede existir después de haber decidido no coger más, ella pagó tributo con su prima).

-De donde viene se rumora que es una fichita – Seguía describiéndola antes de pasar por ella para salir de noche (¡Si por favor!). La chica de color chocolate, short corto y blusa de fácil acceso (sólo recuerdo el interior) me atrajo desde el olfato con esa esencia que únicamente las afro tienen.

Ustedes ya saben que a mí no me gusta pero las mujeres son más fáciles rodeadas de lasers, luces neón, humo, mucha gente y música a todo volumen: antro. Yo, que hago casi cualquier cosa por hacer efectiva la promesa de coito sin garantía, fui, bailé 10 minutos antes de que una pareja se besara a nuestro lado.
-Podemos opacarlos- le sonreí, acercándome sin dejar de moverme. Como si mi comentario no hubiera sido una excusa comenzamos a tallar nuestros cuerpos al ritmo de la música, nos lamimos el sudor del cuello y, no se cuanto tiempo después de meter mi lengua en su boca, abrí los ojos para ver que la escena había mandado a nuestro público a dos metros de distancia, y ahora todos nos miraban (seguro con ganas de que continuáramos desnudándonos).
-Hay que salir de aquí- tomé su mano y nos abrimos paso a la salida. Caminamos dos cuadras antes de encontrar el porche de una casa a oscuras para detenernos a terminar lo nuestro.

-Espero no arrepentirme -, dijo mientras metía mi mano bajo su short (ella comenzaba a derretirse desde dentro).
-¿De qué habrías de arrepentirte?- le sonreí, sabiendo que la respuesta sería graciosa, aún sin saber cuál sería.


Ella toca mi frente con la suya, mira al suelo, y luego en mis ojos con esos ojos que también eran de chocolate.
-...es que…soy virgen – (jajajaja) carcajeé mentalmente, le regresé una sonrisa, y decidí creerle porque me gusta creerle a las mujeres, especialmente cuando dicen soy virgen, soy tuya y te quiero, porque sólo hace falta que lo digan para que el momento sea real (y por que si mienten en realidad no me importa).

Debo haberme quedado callado más de 2 segundos, porque ella ya estaba acariciando mi sexo y preguntando:
¿me volteo?