martes, 10 de agosto de 2010

Fiesta privada


La excitación que provoca el sentimiento de posesión es una mera perversión generalizada y no es ajena a las personas que entienden acerca de lo que tiene la capacidad de ser suyo y lo que no.


La noche que usamos el cuarto de limpieza de una casa lo suficientemente grande y elegante como para tener un cuarto de limpieza agradable la fiesta seguía en la terraza: llena de luz, bebidas y un montón de mujeres en vestidos de noche, era una locura mantenerse sobrio, (aun sin probar alcohol).


Estuve algunos minutos (valiosos minutos) recargado en la discreta puerta de madera ubicada al terminar el pasillo que ella recorrería al venir del tocador. Quería terminar el juego de miradas que había comenzado al llegar al lugar.


Se acerco acariciando mis sentidos con el sonido de sus tacones ahogados en la alfombra, olor a perfume suave y sudor ligero, se detiene a mi lado.
- Hola – sonríe, sin tono de coqueteo (?!) yo seguí con el plan, que suficiente coqueteo es detenerse a saludarme.
- Pasa – le abrí la puerta de aquel cuarto oscuro donde podían verse algunas escobas, liquidos de limpieza y varias repisas con mas artículos del estilo para invitarla a una fiesta secreta (la estaba esperando).

Sonrió un poco más, me miró a los ojos (como si le fueran a decir lo que estaba pensando hacerle dentro de ese lugar), no por falta de comprensión, quería apoyo, ser convencida. Entonces, se lo digo con mis ojos en sus ojos y, para que quede bien claro, con mi mano sujeto su pelvis, suave; se lo vuelvo a decir con mis ojos. Ahora sonríe fingiendo que acaba de entenderlo todo, la sostengo por la nuca, le cierro los ojos con un beso…

Cuando los abre, sus manos están sostenidas de una repisa y el vestido a la cintura.
- ¿Eres mía? – le digo jadeando al oído, ella toma aire, se esfuerza por hablar sin que el placer la turbe, exhala bruscamente en un gemido, lo intenta de nuevo, logrando golpearme con la lógica

- Ahorita si.

martes, 23 de febrero de 2010

Vengador del Karma Ep. 2




Me arropaba del frío con el agua tibia en la regadera de aquel cuarto rentado cuando sonó un celular que no es mío, ella (que tampoco es mía), contestó y comenzó a hablar de cosas que no escuché mientras me vestía para salir de ahí.

Con el disfraz de trabajo puesto, me acerco a la cama kingsize destendida y mojada de sudor; al verla en ropa interior limpia me dieron ganas de estar una hora más revolcándola hasta ensuciarla de nuevo.

Entonces, salto sobre ella, comienzo a lamerle el ombligo mientras aún habla por el aparato. La muerdo, apresurando la despedida.
- Bueno me tengo que ir…lo voy a pensar – cuelga y sonríe en esa forma que los bastardos sonreímos cuando alguien nos da un consejo que no tomaremos en cuenta.

Aparto sus bragas para que me deje entrar
- No vas a pensar nada – le afirmo mientras la penetro bruscamente. Toma aire.
- Claro que no…era el…tipo – alcanza a articular mientras me clava las uñas, jalándome hacia ella – dice que solo me quieres para coger.

jueves, 11 de febrero de 2010

El instinto conserva a la raza, no al individuo...

...y en los humanos el instinto siempre ha funcionado de maravilla, por él "dominamos" el planeta.

Ver una bonita sola no es algo que me ponga feliz (no al principio). La falta de aire, la fiebre repentina y la incapacidad de pensar claramente dan la sensación de que me desmayaré el cualquier momento…y tal vez eso sucedió (sí, eso sucede).

La tarde era tranquila, me disponía a encerrarme en mi cuarto con algunas botellas de vino y botana, películas viejas, juegos de video, y demás estimulantes (no-mujeres). Fui a la tienda comercial con la cava más variada a abastecerme; y la vi en un pantalón claro y una blusa de tirantes que despachaba ese olor imperceptible por el laberinto de pasillos…cuando me di cuenta caminaba a su lado, dejando a la vista lo sustancial de mi compra: tres botellas de tinto, queso y jamón ahumados; sonriéndole en social (ya no había marcha atrás) comencé una introducción bastarda.


Solo podía tener dos respuestas, ambas igual te terminantes, (asi no pierdo el tiempo).


- Hola, ¿quieres tomar vino mientras vemos una película en mi casa? - doy el salto, ella cerró los ojos en un gesto de extrañeza, al abrirlos yo seguía ahí, en espera de su respuesta
- Debo comprar algo primero – respondió dudosa, (quiere ganar tiempo)
- Esta bien, te acompaño – le dije despreocupado, seguimos caminando como si acabáramos de reencontrarnos después de algunos días, intercambiamos datos, recorrimos pasillos de cereales y productos enlatados…
- Mejor ya vámonos – interrumpe, tras haberme observardo y meditar si se iba del súper con este desconocido. (Hell yeah)


Sobre la alfombra, tras 4 tragos de vino estimulante y 5 minutos después de ponerle play a la película pretexto, recuerdo con una sonrisa perversa que por alguna razón las bolsas de mi pantalón estaban rotas por dentro, mientras ella mete su mano para sacar un celular (que no estaba ahí), siente mi erección, me mira a los ojos. Yo, sólo por la diversión de la respuesta pregunto
-¿Quieres hacerlo?- Se incorpora sobre mi, baja los tirantes te su blusa, y comienza a desabrochar mi pantalón, con una sonrisa despreocupada
- Por mi no hay problema.

lunes, 25 de enero de 2010

Trabajo en equipo


Uno de los mayores errores del ser humano es hacerse a la idea de que algo o alguien es completamente suyo.

Cuando piensa que el tiempo es suyo tiene miedo a la muerte, cuando cree que una persona le pertenece de manera física y/o espiritual, tiene miedo a la infidelidad; aún así la gente sigue muriendo, las infidelidades se siguen cometiendo, y eso nunca ha cambiado.
Cuando se es consciente de que hay cosas que no podremos obtener de esta vida, se pueden llegar a acuerdos que la hacen más llevadera.


Mientras me acercaba a la mesa de cocteles de esa freakyfiesta cara vi como él tocaba su cadera con la yema de los de dedos, ante la sonrisa cómplice de mi acompañante, que en seguida sintió mi mirada e hizo desaparecer al bastardo…(simplemente no le presté atención).

Venía de la desolada azotea, tras darle un desenlace al coqueteo visual que había comenzado minutos atrás con la portadora de esos ajustados pantalones a cuadros y la blusa ombliguera estilo los 80s, un peinado salido de la misma época. Fui a sentarme sobre el sillón redondo.

Ella (mi acompañante de entrada) se sentó tras de mí, pegó su espalda a la mía y comenzamos a conversar sin vernos la cara, como si estuviéramos teniendo una conversación de espías en una estación del metro o en algún museo.
- Pensé que te habías ido – dijo con un ligero tono de indignación
- Ya ligamos – afirmé
- Sí, me voy en 10- al momento observa su reloj, hace una seña a su acompañante de salida y barre con una mirada a la chica de cabello rubio alborotado con la que acabo de aparecer.
- ¿Te vas con esa ochentera?- continúa hablando a contraespalda
- ¿Pusimos límite? – doy un trago a mi copa -Yo acabo de regresar
- Estúpido, si no fuera decente me iba con tres – Se levanta y sonríe, sabiendo que ya estaba pensando en escribir esa frase - Me llamas – se despide con un guiño.