martes, 7 de julio de 2009

No te metas con mi forma de tomar


Por cuestiones de trabajo ese martes tuve que convivir todo un día con una señora malvibrante, madre de familia, ama de casa, casada con un trabajador de la construcción; no sé si feliz, no me importa (a mi me parecía que no).

El punto es que era de esas personas preocupadas por todo: la comida, las enfermedades, la educación, la juventud, las caminatas descalzas, el tomar cosas frías y cualquier cosa que significara VIVIR.

Curioso es que cada preocupación iba acompañada de una historia que le había sucedido a ella (es decir, toda su preocupación era hipócrita), como la vez que la operaron del estomago por comer tacos en la calle o la vez que mataron a un sobrino porque fue a un baile al que su mamá le dijo que no fuera (si, como el corrido de Simón Blanco); un montón de cuentos para narrar a los niños y no salgan de sus casas.

Así hizo su monólogo durante horas en el grupo. Cuando tuve la desgracia de encontrarme a solas con este personaje se le ocurrió preguntarme si me sentía bien. Yo, nefasteado de estar en el sol bajo la carpa de aquella ExpoFeriadepueblosinplaya no tenía ganas de mentir, ni quedar bien, mucho menos con alguien que, en vez de enseñarle a un niño a escalar árboles, presagia: “Te vas a caer”, para que el impúber caiga. Asi que contesté:
Es que me eche unas chelas ayer.

Impresión desesada: ¡¿Pero como?! Óigame muchacho (Si, me hablaba de usted),… y comenzó con un sermón que no se cuanto duró, yo la "escuché" con este don que tengo de ponerle MUTE a las personas mientras las veo a la cara. (Función muy práctica al salir con niñas increíblementehermosas…y tontas)
Cuando le di volumen a su voz estaba diciendo algo de los días de la semana:
…y luego en lunes!

Aquí me viene lo bastardo, detengo con la mano en un gesto de stop para decir una frase que tenía tiempo queriendo estrenar y que tal vez no venía al caso pero fue mi repelente para dejar de escuchar historias de sufrimiento, como una táctica tomada del manual del insoportable:
al momento que me levanto de la silla y me aparto del lugar me permito el tono menos maldito que puedo, (la frase no necesita ser reforzada):

¿Tengo que esperarme al viernes embriagarme? Ni que fuera albañil para esperar a rayar

1 comentario:

PedroBananas dijo...

Vieras que no hacen falta más razones para beber en domingo.
El hecho de poder, en sí es una muy buena razón-
me imagino la cara de la doña cuando la mandaste a la chingada (sutílmente, claro). No tiene precio. Me sobregustó la historia. Me cagué de la risa y ando embarrando mi teclado, por eso, hasta luego. ah! un smiley: XD