sábado, 4 de abril de 2009

I know your sister too


Domingo 11am
Me levanto de la fiesta, en mi cuarto, saldo blanco. Eso significa que las chicas de la reunión debían llegar a casa temprano y en mi celular debe haber 1 o 2 teléfonos nuevos.

Verifico: En llamadas realizadas tengo un nombre de mujer a las 2 de la mañana, (no que le haya llamado en cuanto se dio la vuelta, esto es para recordar que alguien me dio su número), los recuerdos de la noche llegan a flashazos…debe haber estado bien, le hablé…pasa de los 20 años, puntos menos…es el único numero de la noche, puntos a favor…
Ahora recuerdo, quedé de comer con ella…en mi casa, hoy.

La llamada:

– Hola, bla bla bla, la comida es a la 1 –
– Hoy no voy a poder porque wa wa wa wa – dijo en tono sincero.
Mierda, perdí un minuto de saldo celular. Pero, como dicen: “La vida es de sacrificios”.

Plan B

Antes de colgar escucho una voz mas aguda que la de mi numero de anoche
– Esa voz, ¿quién es? – pregunto sin pensar
– Es mi hermana–
– ¿Tienes una hermana? – dije, tratando de contener la emoción (tal vez podía aprovechar que el siguiente minuto de la llamada había comenzado).
–Si, ¿quieres que te la pase o que?- pregunto, incrédula (you gotme girl).
– ¿Cuántos años tiene? – respondipregunté en seguida.
– 17 – reveló en ese tono femenino de “no te va a interesar” (SHE gotme)
–Pásamela…

Debo decir que la accesibilidad de la niña me inquieto, pero era domingo, ¿dónde hay fiestas los domingos? No quería quedarme en casa sin hacer nada, después de todo los lunes no existen para mi. La comida no se canceló, cambió de invitada.

Buena suerte

Me disponía a largarme pasados los 10 minutos de espera bajo el Cocodrilo Gigante. Pero una chica de pelo negro, largo y rizado, con ojos grandes y labios bonitos, en rojo; llamó mi atención, la blusa que llevaba cubría escasamente sus muslos bien formados…y sus redondos pechos; jeans entallados y los tacones eran altos, de color blanco… (cant be). Seguí mi camino, ella continuaba acercándose.

A pocos metros, dejando ver su perforación en la lengua, dijo mi nombre.
– ¿Hola? – saludé mientras le sonreía en perverso. Era mi invitada.

Quiero ser una pornstar

Caminamos a casa entre la trivial plática de recién conocidos: cómo te llamas y dónde estudias, preparamos de comer mientras yo tomaba vino tinto en exceso, (siempre me ha gustado tomar en la cocina, que no mientras seduzco pero no estaba seduciendo a nadie, just havin’ fun). Platicamos mucho, me habló, le hablé, nos contamos historias de vida, ideas, chistes; reímos juntos pero la única conversación que recuerdo de aquel único encuentro viene después de comer:

Al entrar juntos a mi cuarto, vi mi Cam, una reflex, mecánica. De esas que se debe esperar a terminar el rollo y entregarlo en un estudio…o tener un cuarto oscuro, (me gusta llamarlo El Cuarto Rojo, pero eso es otra historia bastarda).
– ¿Te tomo fotos? – dije por instinto
– ¡Si! – expresó emocionada
– Pero quédate nada más en tu blusa, como si fuera un vestido.

En este momento la invitada enmudece, me mira. No la voltee a ver, hice como que estaba entretenido ajustando las opciones de la cámara mientras esperaba un “no”. Me dejó de interesar desde que entró a la casa. (En realidad quería prolongar mi embriaguez el resto del día, solo.)

Tras los largos segundos de silencio decido ponerle atención, la miro frente a mi y, como si fuera la señal que estaba esperando, da una vista a su propio cuerpo, observa esos enormes tacones, luego regresa a mi, y dice:
¿Y si me dejo las zapatillas? Para verme más puta.

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