miércoles, 19 de agosto de 2009

Andaba comprando lencería

Debía reponer unas bragas que destrocé, así que me encontraba en la tienda de lencería preguntándome cómo es que no conocí ese sitio antes y por qué otros hombres no lo han descubierto, pues era el único en el lugar (o es que soy un pervertido).

Ahí estaba, rodeado de de mujeres pensando en su ropa interior, el olor a telas suaves mezclado con sus perfurmes, los colores pastel,…
Tuve que concentrarme y elegir media docena (para tener más cosas que romper).

La encargada preguntó acerca de la talla y de inmediato pensé en G (la cantidad de placer que me proveían esas caderas me hace perder la objetividad), al verme titubear, la empleada toma a la primera blanquita en botas esquimales que pasa, la pone de espalda y muestra el cabello lacio cayendo por la espalda, le ciñe la prenda sobre el entallado pantalón de mezclilla
–¿De esta talla? – pregunta. Miro despacio, respiro profundo y asiento (la talla me había dejado de importar).


En la salida, al toparme con la modelo de ropa interior por casualidad (claro), decidí probar suerte.
- Sé qué talla eres - susurro sobre su hombro descubierto. Ella sonríe en inocente, sin dejar de avanzar.

Cuando creí que conocía los diálogos más directos, llega (una vez más), una mujer y me hace reír de mi:
¿Dónde quieres que me los pruebe?

Regresa el As de los Bastardos.
Nueva imagen, misma actitud, diferentes mujeres

4 comentarios:

Vain¡lla dijo...

Muy buen blog.
Aplausos por la actitud.

Checo Ramírez dijo...

jejeje que buena narracion.,, que suerte..

reptilio dijo...

ufffff!!!


yeah!


:d

Unknown dijo...

bien!!!!!!